Cuentos Persas El mosaico | ||
Cuentos Persas El mosaico Tras acabar su trabajo, sale corriendo de la oficina, se siente rendido y harto, y quiere huir lo más pronto posible de esta situación. En el camino, cuando llega frente a la Academia, le llama la atención un poster en el que aparece escrito: “Y si yo pudiera cambiar, cambiaría o haría…” ¡Qué bonita frase! ¿Acaso habías pensado en ello? ¡Claro que no! ¿Eres consciente de que estás viviendo como un robot o una máquina? Te has aferrado a esta ciudad moderna, a esta vida diaria y a sus desafíos. Trabajas de día y de noche para ganarte la vida, pero yo dudo de que estés viviendo. Es la pura verdad, pero qué puedo hacer, yo como uno… Sí. Tú como uno, él como uno… Ella como una… Así no va a pasar nada… Sin embargo, yo, en tu lugar, completaría la frase de esta forma: “Y si yo pudiera cambiar, cambiaría de mí mismo”, ya que… Sabes… Tú en la sociedad en la que vives eres como un mosaico que formas parte de un todo. Cada quien debe empezar por sí mismo. Y luego podremos ver lo mucho que habrá cambiado y mejorado tanto nuestra vida como nuestra sociedad. Pero qué hago yo, me he dedicado a mi vida y a mi trabajo y no tengo tanta relación con los demás. Precisamente ese es el defecto, no quiero reprochártelo, todo el mundo es así. Pero hay que cambiar y, ahora, es el momento. ¿No crees? ¡Déjame en paz! Basta de tonterías. Por ahora prefiero tomarme un café. Andando, andando, ya se encuentra frente a la cafetería, entra y se dirige hacia la mesa de siempre. -¿Cómo está señor? Hace mucho tiempo que no lo veo por aquí. -¡Claro! Estoy muy ocupado, intento buscar un buen tema o un buen sujeto para escribir un cuento. -¿Ha conseguido algún resultado? -Todavía no. No lo sé. No estoy seguro. -Comprendo. Voy a traerle su café. Lo de siempre, ¿no? -Sí. Lo de siempre. Gracias. ¡Lo de siempre! Incluso no te atreves a probar algo nuevo. La cafetería de siempre… La mesa de siempre… El café de siempre… ¿Sabes? Mi objetivo es “obligarte” a generar un cambio en tu vida, me parece que incluso has perdido tus sentidos. ¡Qué hablador eres! ¿No puedes pensar en otra cosa? Bueno. ¿Qué tal con el tema? Busca un tema para escribir. ¡Hombre! Pero… ¿Qué escribo? ¿Qué tal algo con esa misma frase? ¿Esa frase? ¡Ah! Sí. Quedará muy bien. Y si yo pudiera cambiar, cambiaría o haría qué… ¡Qué bien! Surgió la idea, solo tengo que estructurarla... Escribiré un soliloquio igualito al que tuve conmigo mismo hace un instante. ¿Qué te parece? ¡Genial! Pero recuerda que si escribes este cuento, deberás cambiar verdaderamente. ¿Eh? No te olvides de que eres un mosaico. Fin * es graduada en la filología hispánica de la Universidad de Teherán | ||
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