Irán y la Revolución Islámica | ||
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Irán y la Revolución Islámica
En 1979, la Revolución Islámica de Irán logró el triunfo con el apoyo de todos los iraníes y, bajo el liderazgo del Imam Jomeini, puso fin al déspota monarquía de la dinastía Pahlavi. Desde sus inicios, la República Islámica se ha visto obligada a hacer frente a las potencias arrogantes, pero, con la gracia de Dios, ha salido victoriosa de todos los desafíos que se le han presentado.
La Revolución e Irán, siendo la revolución cultural y de valores más grande y profunda, tiene sus orígenes en las creencias religiosas del Irán islámico. Tras los sucesos ocurridos en 1978, la Revolución tomó un gran impulso. La chispa se encendió el 7 de enero de 1978, cuando el régimen monárquico intentó degenerar la imagen de la persona del Imam y del clero chií. Entonces, la sagrada ciudad de Qom estalló en protestas. Ese día, el diario Etelaat, publicó un artículo denominado “el Colonialismo rojo y negro”, firmado con el pseudónimo de Ahmad Rashidi Motlaq y patrocinado por gente vinculada con el Sha, que se centraba claramente en criticar al Imam y en degradar su popularidad entre la gente. Este movimiento se enfrentó a una respuesta muy dura por parte de la población y el clero. El régimen liderado por el Sha temía la creciente popularidad del clero y, en especial, del Imam, por lo que, mediante el mencionado artículo, intentó evitar que el Imam Jomeini se convirtiera en el líder religioso máximo de la población. Pero el tiro les salió por la culata y el resultado fue justamente el contrario, pues suscitaron multitudinarias manifestaciones en Qom. Pero el Sha cometió un segundo error, aún más grave, y con total brutalidad, convirtió las manifestaciones en un baño de sangre, lo cual encendió la chispa de decenas de protestas, en esta ocasión, en todo el país. El régimen siguió oprimiendo las manifestaciones. El 18 de febrero, centenares de inocentes fueron asesinados en nuevas marchas en Tabriz, en el noroeste del país. Cuarenta días después, la gente de Yazd, Shiraz, Isfahán, Kerman y Ahvaz se unió a las protestas antirégimen; en Yazd, pese a la brutal represión ejercida por el Ejército real, los manifestantes rompieron los cristales de varios bancos y cines, y exigieron el regreso del Imam Jomeini del exilio y la liberación de los presos políticos. De este modo, las dimensiones de la Revolución crecían cada día, e Irán se había convertido en un foco de noticias para todo el mundo. El 11 de mayo de 1978, el periódico francés ‘Le Liberation’ describía la situación de esta manera: “Cada cuarenta días, la gente de Irán se levanta contra el régimen. Hace cuarenta meses que el Gobierno y la población siguen enfrentados. La gente no teme las amenazas del régimen y no se ha echado atrás, y tienen una férrea voluntad de seguir adelante y tanto los intelectuales como la gente normal han puesto sus esperanzas en que todos se unan a la causa”. Los cambios de la estructura y los cargos en el poder solo consiguieron fortalecer la voluntad de la gente y del Imam Jomeini de acabar con el régimen. De este modo, las manifestaciones de Tasua y Ashura de aquel año dieron el golpe final al régimen y ni los esfuerzos vanos del general Azhari ni del último primer ministro de la época Pahlavi, Shapur Bajtiar, consiguieron controlar la ira popular. El 16 de enero de 1979, el Sha se vio obligado a escapar del país. El 1 de febrero, el Imam regresó del exilio y, tres días después, ordenó la creación de un Gobierno revolucionario, para dejar claro el fin del régimen monárquico. Con la revolución Islámica, la historia y el destino del Irán Islámico tomó un nuevo rumbo bajo el liderazgo del Imam Jomeini. Revolución Islámica de Irán
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