La nueva estrategia de la UE hacia las regiones del MENA | ||
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La nueva estrategia de la UE hacia las regiones del MENA En su estrategia de 2003, la Unión Europea definió el fracaso estatal como una de las amenazas claves y, correctamente, mencionó que: "El mal gobierno -la corrupción, el abuso de poder, las instituciones débiles y la falta de responsabilidad- y el conflicto civil corroen desde dentro a los Estados. En algunos casos, estas circunstancias han causado el derrocamiento de instituciones estatales. Somalia, Liberia y Afganistán, bajo el control de los talibán, son claros ejemplos de ello. El derrocamiento de un estado pude asociarse a amenazas como el crimen organizado o el terrorismo. Por lo tanto, el fracaso estatal es un fenómeno alarmante que mina la gobernanza global, y contribuye a la existencia de inestabilidad regional"
Esto nos muestra que los funcionarios de la Unión Europea estaban al corriente del problema existente en las regiones del MENA (término con el que se conoce las regiones de Oriente Medio y África del Norte). Sin embargo, y contrariamente a los acuerdos alcanzados, la Unión Europea eligió a Egipto como aliado estratégico, aumentó su cooperación con Libia y siguió apoyando a gobiernos autoritarios corruptos e ineficaces de la región. Los recientes acontecimientos que han tenido lugar en Túnez, Libia, Egipto, Yemen, Baréin, Siria, etc., nos hacen preguntarnos, ¿por qué los estados adyacentes a la Unión Europea han fracasado? La respuesta es clara: los estados fracasados son el resultado de estrategias fracasadas. La Unión Europea ha comenzado una nueva estrategia que ha denominado "Sociedad para Democracia y Prosperidad Compartidas". Los objetivos principales de esta estrategia son "la transformación democrática, la creación de una sociedad más fuerte en colaboración con la gente, el crecimiento sostenible y global, y el desarrollo económico…". Si analizamos el comportamiento que ha tenido la Unión Europea hasta ahora, y la mencionada estrategia en concreto, llegaremos a la conclusión de que dicha estrategia cuenta con bastantes deficiencias, por lo que no puede ser aplicada de forma correcta. Por consiguiente, podemos afirmar que, en el futuro, los estados vecinos de la Unión Europea fracasarán. En las primeras etapas de la "Primavera Árabe", la Unión Europea no pudo tomar una decisión firme a la hora de optar por la democracia o por la dictadura. En Egipto y Túnez, los países europeos y EE.UU. vacilaron cuando tuvieron que decidir si defendían la democracia y una situación de estabilidad y, por consiguiente, apoyar las aspiraciones de la gente frente a los antiguos regímenes en el poder. Esta indecisión todavía es palpable al ver el comportamiento que está teniendo la Unión Europea hacia Libia, Siria, Yemen y Baréin. Esta circunstancia responde a diferentes motivos: primero, la Unión Europea carece de una política extranjera de seguridad coherente y común. Es verdad que los países de la Unión Europea hablan con una sola voz, pero se comportan de forma diferente. Segundo, los miembros de la Unión Europea siempre sacrifican sus intereses a largo plazo para alcanzar ventajas a corto plazo, pues para ellos su principal meta no son los intereses de la Unión Europea. Tercero, la influencia que ejercen ciertos intereses, así como algunos grupos ideológicos, en la política exterior de la Unión Europea es enorme y han deformado la visión que tenía la UE acerca de los países comprendidos en las regiones del MENA y en su forma de relacionarse con la región, hecho que ha contribuido a que la UE fracase estratégicamente. Durante décadas, la Unión Europea ha usado a los gobiernos autoritarios para frenar la emigración y el extremismo, sin pararse a pensar en lo que estaba pasando al otro lado de la pared. Después de que la situación se deteriorara y cambiara en Túnez, Egipto y, sobre todo, en Libia, la Unión Europea se dio cuenta de que todas las barreras que había levantado se caían. Sin embargo, con la nueva estrategia que ha adoptado, ahora la UE únicamente se centra en la publicación de noticias que hablen de inmigrantes y extremismo, para tapar otros problemas, de carácter social, económico y político, que incidirán de manera notable en los países anteriormente citados. Parece ser que los europeos se han olvidado su pasado, del paso de la tiranía a la democracia, así como de las experiencias vividas en Irak y Afganistán. Su nueva estrategia se centra en "apoyar a la población civil, reformar constituciones y leyes, establecer partidos políticos y, finalmente, organizar elecciones libres y justas". Todos estos puntos son claramente necesarios, sin embargo, la democracia no es algo que pueda ser exportado militar o políticamente. A corto plazo, el apoyo extranjero a la población civil y a los partidos políticos no solo va en contra de la verdadera democracia, sino que también mina la legitimidad de los partidos políticos y de los grupos que reciben apoyo extranjero. A la larga, la población tiene que verse apoyada por una economía floreciente y una clase media fuerte. Esto no es algo que pueda construirse y ser sostenido desde fuera. Por ello, la nueva estrategia adoptada por la UE permite una intervención extranjera continua en los asuntos internos de las democracias emergentes de la región, hecho que tendrá consecuencias negativas, tanto a nivel interno como externo. Existen ejemplos históricos que nos producen cierta preocupación por lo que pueda pasar en el futuro con las democracias emergentes de las regiones del MENA. Durante el siglo XX, el desarrollo democrático de Irán fue recibido por el golpe de Estado militar (1953 contra el gobierno democrático del primer ministro Mosaddeq por parte de los británicos y los estadounidenses), la guerra de Irak contra Irán después de la revolución iraní, y las posteriores sanciones económicas impuestas por EE.UU. y, luego, por la Unión Europea. Todos estos hechos fueron justificados alegando que se realizaban porque constituían una amenaza para la seguridad y atentaban contra los intereses nacionales de estos países. Las intervenciones de carácter más político en los asuntos internos de las democracias emergentes pueden preparar el terreno para que se den más conflictos tanto de tipo interno como externo. La dictadura, la corrupción y la falta de democracia no son solamente resultado de decisiones individuales, sino que derivan también de situaciones sociales, económicas y políticas. El problema principal no son ni las leyes ni las regulaciones ni la gente, sino la situación en la que vive la población. Cuando el gobierno no puede pagar lo suficiente ni a los directores ni a los empleados, naturalmente, éstos actúan de mala manera para satisfacer sus necesidades. En lo que respecta a la guerra contra el poder, ésta circunstancia se convierte en una elección entre la vida y la muerte, cualquiera que llegue al poder, intenta mantenerlo. Dictaduras simples individuales pueden ser sustituidas por otras más complejas y colectivas. Las sociedades que existen en la región de Oriente Medio necesitan contar con una clase media fuerte y culta que contribuya a crear una estabilidad democrática y extienda su poder a la esfera política. Esta clase media no puede ser creada a través de la aprobación de leyes y reglamentos, ni con el apoyo de algunas organizaciones no gubernamentales afines. Cuando en un gobierno, incluso uno democrático, que vive en una región que ha estado tutorizada durante mucho tiempo, alguien asume el poder, a esta persona no le queda otra opción más que invertir más dinero en las fuerzas de seguridad. Tal inversión, de forma gradual, mina la democracia. Hemos sido testigos de que en menos de un siglo, cada poco tiempo, se ha producido una guerra o una intervención en la región de Oriente Medio. En todas las guerras e intervenciones, las potencias mundiales, en especial las occidentales, han sido los principales artífices. Todas las guerras e intervenciones que se han producido en Oriente Medio han sido justificadas alegando que se llevaban a cabo a fin de garantizar la seguridad de Israel, así como la seguridad energética y comercial. Para lograr y mantener estos intereses, algunos miembros de la Unión Europea y de EE.UU. han justificado el apoyo a ciertas dictaduras, ocupaciones, intervenciones, sanciones, etc. En la actualidad, el número de jugadores globales y su competencia en el terreno comercial y de las materias primas ha aumentado. Ante tal situación, el hecho de que exista una democracia estable en las regiones del MENA resulta difícil. Sin embargo, el actual ambiente de seguridad que hay en las regiones del MENA es mucho mejor que cuando se produjo la revolución en Irán, en 1979. Entonces, el nuevo gobierno democrático de Irán decidió seguir una política exterior independiente del Este y el Oeste. En consecuencia, tanto la Unión Soviética como EE.UU. apoyaron la guerra contra la nación iraní y trataron de presionar más Irán, situación que todavía persiste. Sin embargo, las revoluciones árabes se han producido y siguen produciéndose en un mundo multi–polar o, incluso, no–polar. La Unión Soviética se ha desmoronado y ha desaparecido, como consecuencia de las guerras a largo plazo de Afganistán e Irak. La Unión Europea todavía no puede ser considerada un jugador fuerte, desde el punto de vista político y militar. China, Rusia y otras potencias emergentes no cuentan todavía con el poder suficiente como para intervenir en las regiones del MENA. Ante esta situación, las democracias emergentes en las regiones del MENA pueden beneficiarse del pluralismo actual existente en la estructura global de poder. Sin embargo, todavía deberán ser precavidas y tener cuidado ante las múltiples distorsiones y las intervenciones. Las democracias emergentes tienen prioridades que difieren de las de las potencias mundiales, sobre todo de las de la Unión Europea y EE.UU. Si la Unión Europea busca una prosperidad compartida, debería saber que la prosperidad común necesita prioridades compartidas definidas por ambas partes. A fin de lograr tal asociación, es necesario que se produzca un cambio en la percepción y el comportamiento de la Unión Europea. Es necesario que escuche las necesidades de los demás y preste atención a sus reclamos. ¿La Unión Europea está preparada para escuchar las voces que se elevan en Oriente Medio? La política exterior de la Unión Europea respecto a Oriente Medio está todavía muy influenciada tanto por las políticas internas de los países miembros de esta institución como por EE.UU., hecho que impide que aquellos que deben tomar las decisiones importantes abran sus mentes. Todavía son incapaces de escuchar las voces que se elevan en el seno de la Unión Europea y EE.UU., que piden un cambio de actitud hacia el mundo musulmán. Los problemas sociales y económicos son las principales causas que se hallan detrás de los estados fracasados de las regiones del MENA. No surgirá una democracia sostenible en la región hasta que no se dé un desarrollo económico sostenible. En este proceso, el apoyo externo será de utilidad, pero los jugadores principales serán la gente y los que políticamente y económicamente conducirán este proceso. Mientras la mayoría de la gente sufra de pobreza, los estados serán ineficaces, las clases medias serán débiles y el sector privado será incapaz de pagar el precio de la transición, el estableciendo partidos políticos y la organización de elecciones libres y justas, por lo que no se producirá una democracia sostenible. La prosperidad es una condición previa para que exista una democracia estable. Para superar sus problemas socioeconómicos, las regiones del MENA necesitan de la inversión extranjera directa, así como de la transferencia de tecnología y conocimientos de gestión de la misma. En un corto plazo de tiempo, se deberían crear oportunidades de trabajo y las situaciones endémicas derivadas de las dictaduras deberían ser reformadas. El crecimiento económico sostenible y la creación de puestos de trabajo necesitan más inversiones que, debido a los actuales problemas económicos, la Unión Europea no puede proporcionar. Sin embargo, la Unión Europea puede jugar un papel importante en la transferencia de tecnología, gestión de conocimiento y experiencia. Parece ser que la Unión Europea, en la nueva estrategia que ha ideado, se ha concentrado más en sus propios problemas que en los problemas que han conducido al fracaso de los países comprendidos en las regiones del MENA. La facilitación de visados, el apoyo a la sociedad civil y la democracia, no solucionarán las causas que dieron origen a sus dictaduras. La Unión Europea necesita de la inmigración "de ingenieros jóvenes, médicos y personal sanitario" de la región. Sin embargo, estas personas también son necesarias para solucionar los problemas socioeconómicos existentes que han conducido al derrocamiento de los regímenes anteriores. Los países de Oriente Medio y del norte de África cuentan con un gran número de población, pero la gran mayoría no ha accedido a la educación o no ha tenido la oportunidad de estudiar en buenos colegios o en las universidades. Los actuales sistemas educativos de estos países no han sido suficientemente desarrollados como para satisfacer las necesidades internas. Ante tal situación, la apertura de las puertas a la inmigración de personas cultas procedentes de Oriente Medio sería una forma de perpetuar la ineficacia, agravar los problemas económicos y sociales, y allanar el camino al extremismo para que aumente su influencia. La facilitación de visados a estudiantes y gente culta conducirá a la fuga de cerebros y este hecho tendrá consecuencias tanto para la región como para Europa. Algunos plantean la idea de la inmigración cíclica, es decir, que después de pasar un periodo de cinco a ocho años en la Unión Europea los inmigrantes volverán a sus países de origen para contribuir a su desarrollo. Sin embargo, debido a varias razones, muchos inmigrantes no volverán aunque quieran hacerlo, a causa, principalmente, de los rápidos cambios que se están produciendo en sus países de origen. La alta inflación y el rápido crecimiento económico en los países en vías de desarrollo, así como la falta de previsión en Europa, son circunstancias que impiden a los inmigrantes volver a sus países y comenzar una nueva vida allí. Es por ello, que después de algunos años deciden quedarse y no volver a sus países. Además, las conexiones que establecen (en términos de sus hijos y familias) limitan sus movimientos. Asimismo, la Unión Europea, en la actualidad, está haciendo frente al problema de la integración. Los que emigraron con 30 años llegan con unos valores adquiridos que no les permitirán integrarse fácilmente a las sociedades de acogida, por lo que abrir las fronteras a un mayor flujo migratorio agravaría el problema de la integración en Europa. En el lugar de abrir sus puertas a la inmigración, la Unión Europea debería invertir más dinero más en la formación de la población de las regiones del MENA. Cuando hablo de formación de la población, quiero decir que debería invertir más en cooperación entre universidades e institutos de investigación. La cooperación científica satisfará tanto las necesidades de las democracias emergentes como las de los trabajadores experimentados y cultos de la Unión Europea. Es cierto que "el comercio y la inversión son los motores que mueven el crecimiento y ayudan a reducir la pobreza". Para evitar que los jóvenes se "suban a un barco y se dirijan a Europa", la Unión Europea debería fomentar la inversión directa y contribuir a la estabilidad política en el norte de África, Oriente Medio y el Golfo Pérsico. El mejor enfoque para crear empleo es apoyar a las pequeñas y medianas empresas. Al contribuir a la prosperidad y a la creación de una clase media, la cooperación económica se convierte en el motor del crecimiento y la democracia. Sin embargo, durante las últimas décadas y debido a la imposición de sanciones económicas contra Irán, Irak, Libia y Siria, y la venta de armas a otros países, la Unión Europea ha frenado la actividad de este motor de desarrollo. También, en la nueva estrategia, los recursos destinados al desarrollo, así como las condiciones previas a cumplir para disfrutarlos, muestran que la Unión Europea no ha mostrado mucha seriedad al respecto. El abandono del comercio y de la inversión directa por más negociaciones, tras "el clima sano de negocios" en la región, son factores que no contribuirán a solucionar los problemas a largo plazo que han provocado la situación actual. Además, la Unión Europea siempre quiere estar segura de todo y ser la última en implicarse. Los actuales problemas económicos, de carácter urgente, no pueden abandonarse a la espera de que el lento mecanismo de la Unión Europea llegue a un acuerdo general. Las políticas egoístas conducen a una prosperidad unilateral y no compartida. Para resolver los problemas económicos, las democracias emergentes de Oriente Medio necesitan, en la actualidad, acceder a los mercados de la Unión Europea y que se retiren las restricciones comerciales que pesan sobre ellas. En su nueva estrategia, la Unión Europea hace hincapié en la normativa concerniente a la regulación de los derechos humanos y la democracia. Dichos puntos son necesarios, pero ¿según qué normativa? Si la Unión Europea busca imponer sus propias normas en la región, fracasará. Lo que se necesita es que se elabore un acuerdo que se adapte al contexto cultural de la región. Algo que se puede hacer a corto plazo es hacer uso de la normativa elaborada por Turquía, que la Unión Europea no ha reconocido todavía. La reacción que tuvo la Unión Europea cuando Hamas ganó las elecciones de manera libre y justa puso de relieve que aún no está preparada para aceptar los resultados que se obtengan en la celebración de unas elecciones libres y justas en Oriente Medio. En suma, los Estados que han fracasado en las regiones del MENA son el resultado de políticas fallidas de la Unión Europea y EE.UU. Tanto la Unión Europea como EE.UU. se han acercado a estas regiones haciendo uso del militarismo. Las ocupaciones a largo plazo, las sanciones, las intervenciones y los aislamientos, han impedido que exista una estabilidad y desarrollo económico regional, y la población de estos países ha ido creciendo rápidamente. El hecho de incidir más en la seguridad y la estabilidad, y en el apoyo a dictadores ineficaces, ha sido el detonante que ha derivado en la situación que se vive actualmente en Oriente Medio. Como muy bien sabe la Unión Europea, la paz a largo plazo y la cooperación económica allanan el camino para que las democracias prosperen. La venta de armas, la división política y religiosa, la creciente presencia militar y la imposición de sanciones, son actos que favorecen el resurgimiento de gobiernos autoritarios y la aparición de estados fracasados a las puertas de la Unión Europea. Además, como puso de manifiesto el efecto dominó que se originó en Túnez, existe un fuerte vínculo entre los acontecimientos acaecidos en el norte de África y los del Golfo Pérsico, Afganistán y Asia Central. En cualquier estrategia integral, la interacción entre todas estas regiones y subregiones es una cuestión que debe tenerse en cuenta. Para proporcionar un entorno regional adecuado para que las democracias emergentes prosperen, la Unión Europea y EE.UU. deberían contribuir a la de secularización del entorno regional y apoyar la integración económica regional en las subregiones, primero, y luego entre todos los países comprendidos en las regiones del MENA. La integración económica regional es la mejor forma que existe para tener tanto estabilidad como democracia. Para lograr este objetivo, en vez de intervenciones militares, sanciones y fugas de cerebros, la Unión Europea y EE.UU tienen que facilitar la formación, la creación de puesto de trabajo y mejorar las relaciones comerciales, así como la transferencia de tecnología y conocimientos de gestión. Esta es una estrategia ganador-ganador que contribuye a la solución de los problemas económicos, sociales y políticos, así como a la creación de una clase media fuerte en las regiones del MENA, como una condición previa para una estabilidad democrática duradera. Además, ayudará a prevenir la inmigración ilegal, controlar el extremismo y crear un orden democrático regional sostenible en los países vecinos de la Unión Europea. Para lograrlo, la Unión Europea tiene que dejar de lado su viejo modo de pensar y comportarse, reconocer el papel de los poderes regionales y reforzar el diálogo con la región, a fin de preparar una estrategia coherente y común para un futuro común. La incapacidad mostrada por la Unión Europea a la hora de diseñar y poner en práctica una estrategia integral preparará el terreno a las potencias emergentes, para que éstas jueguen un papel más importante en el futuro. | ||
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