La vida de Fátima, la gran Señora del mundo del Islam MaryamEftejarian* | ||
Fátima nació en La Meca en el quinto año después de que su padre, Muhammad, fuera declarado profeta. Fue la hija del último mensajero de Dios. Su madre se llamaba Jadiya, una mujer de la rica y famosa tribu de los Quraish, que gozaba de una gran fortuna heredada de su familia. Jadiya fue la primera mujer en convertirse al Islam, pero incluso antes de la aparición del Islam en Arabia y durante la era de la ignorancia árabe, ella tenía fama de ser una mujer devota. Después de su conversión al Islam donó todos sus bienes, pertenencias y dinero a la propagación del Islam, así como a la ayuda a los musulmanes. A Fátima le conceden muchos sobrenombres: Zahra, Tahereh (pura), Sedigheh (sinceridad, honestidad), Raziyeh (satisfecha con el destino divino), Marziyeh (que Dios está satisfecho con ella), Mobarakeh (bendecida); sin embargo, el más famoso de todos ellos es Zahra, que significa brillante y sobresaliente, es decir, ella ha sido la mujer más creyente, devota, admirable y brillante en la historia del Islam. El nombre de Fátima proviene de la palabra árabe Fatm, que significa "cortado y separado", y en los libros islámicos se interpreta que tanto ella como sus seguidores fueron separados y alejados del fuego del infierno. En efecto, antes de la aparición del Islam existían sólo tres mujeres que se llamaban Fátima. Su niñez la pasó sola en casa de su padre, y quizás esta soledad fuera la razón de su fervor y entusiasmo por la autoenseñanza espiritual y los sufrimientos corporales. Fue testigo de la enemistad y traición de sus parientes, vecinos, y en general, de todo el pueblo, en contra su padre. Estas injusticias le causaban un inmenso sufrimiento. Además, la casa de su padre se convirtió en el centro de todos los movimientos de aquellos días de mucha tensión. Todos aquellos sucesos y contratiempos afectaban a su corazón y, a su vez, le servían como una importante lección. De pequeña perdió a su maravillosa madre, y a uno de los pocos apoyos de su padre, Abu-Talib, el tío de su padre. A ella, a pesar de su corta edad, no la veían como a una niña, sino como a la sucesora de su madre, su abuelo y su bisabuelo. Se convirtió en el gran consuelo de su desamparado padre, razón por la cual, le otorgaron el sobrenombre de Ome-abiha, que significa "la madre de su propio padre", puesto que tenía que desempeñar el papel de una buena hija y una madre que consolara a su padre. Pese a que en aquella época otras dos mujeres, llamadas Soudeh y Ayesheh, vivían en la casa del Profeta y lo cuidaban, en realidad, no había nadie que pudiera ocupar el lugar de Jadiya y Fátima era la única persona que podía sustituirla de alguna manera. Muchos hombres importantes pidieron su mano, entre ellos, Omar y Abu-Bakr, que tras el fallecimiento del Profeta fueron nombrados califas de los suníes; pero el Profeta siempre contestaba que esperaba una orden divina. Sin embargo, cuando el Imam Ali pidió la mano de Fátima, el Profeta aceptó y le felicitó, y le dictó las últimas lecciones a su querida y estimada hija. Ella era una mujer perfecta y obediente con su marido, su casa y su familia, y además, una maravillosa devota y practicante de su religión. Todos los días después de terminar las labores del hogar, empezaba a rezar, orar y suplicar la salvación del ser humano al único Dios. En el décimo año de la Hégira, recibió la noticia más entristecedora de su vida y que supuso un duro golpe que la sumió en una profunda tristeza: la muerte de su padre. El Profeta se despidió de su hija diciéndole: ”Hija mía, tú eres la primera persona de mi familia que me reunirá con el otro mundo.” Pocos días después de la muerte del Profeta, el califato del pueblo de Fadak decretó que todo lo que pertenecía al Profeta, a partir de ese momento, debía ser entregado al califato, ya que concernía a los musulmanes, echando así a Fátima de su pueblo. Todas estas desgracias, el fallecimiento de su padre, los sufrimientos de su marido, los cambios políticos, y encima, las manipulaciones que sufrió el Islam de Arabia hicieron mella tanto en su alma como en su cuerpo, por lo que pasó mucho tiempo enferma. Según algunos documentos históricos, no existe muestra alguna que verifique la debilidad crónica del estado de salud de esta mujer sin parangón en el mundo islámico. No obstante, durante este largo periodo se encontró en varias ocasiones a las puertas de la muerte, sin consuelo alguno. Ninguno de los hombres que estaban en deuda con su padre la ayudaron, a excepción de BalalHabashi y Salmán. Se dice que, un día, las esposas de los gobernantes, autoridades y seguidores del Profeta fueron a visitarla y le preguntaron por su estado de salud. Ella solamente les confesó que odiaba el mundo terrenal, detestaba a los hombres y a los esposos de esas mujeres, que regían el país, y les declaró su insatisfacción, además de prometerles que se quemarían en el fuego del infierno. Al final de su vida, llamó a una de las personas de su confianza, que se llamaba Asmá, y le pidió que al morir no dejara que nadie viera su cuerpo, de ahí que, al fallecer esta gran mujer, su marido lavara su cuerpo sin vida, la vistiera y la enterrara por la noche. De esta manera, nadie tuvo la oportunidad de ver su cuerpo sin vida. Desafortunadamente, no se sabe dónde está enterrado el cuerpo de la querida hija del Profeta, ni tampoco se sabe el por qué. ¡Quizás fuera porque Fátima no quería que los enemigos y los malhechores participaran en su entierro! ¿Por qué hay tantas tumbas en el cementerio de Baghi con su nombre? ¿Por qué tantos misterios en torno al lugar donde verdaderamente fue enterrada? Tal vez, el verdadero motivo sea el odio que demostró sentir hasta que murió, un odio hacia los ingratos y opresores. Quizás esa sea la razón por la que no quiso que la gente supiera dónde descansaría eternamente. Desde el día en el que Fátima se quejó a las esposas de los Ansar (los fieles, amigos y seguidores del Profeta en Meca) por su ingratitud, todo cambió, una Arabia uniforme y tranquila se convirtió otra vez en una tierra en la que reinaba la enemistad, la sublevación y el engaño. Volvieron a aparecer los problemas entre las tribus, y la sociedad, que se había creado con la llegada del Islam, se desmoronó.
El estatus social de Fátima Para los musulmanes, Fátima goza del prestigio y el respeto más importante y elevado en el mundo del Islam, tanto que el mismo Profeta Muhammad señaló que Fátima era la primera y la última Señora de las mujeres en el mundo, razón por la cual, es imprescindible conocer y estudiar minuciosamente la vida de esta gran Señora. En este sentido, la Virgen María ha sido introducida al mundo como una mujer única. En la sura Naás es mostrada como ejemplo de devoción y pureza. Sin embargo, a la Virgen María hay que entenderla en su contexto, mientras que a Fátima hay que verla como a una mujer intemporal. Fátima, pese a que no forma parte de los imames, su prestigio es igual al de su marido, e incluso está por encima de otros imames. Merece ser mencionado el hecho de que Fátima dominaba El Corán. Muchos musulmanes, procedentes incluso de lugares alejados, acudían a su casa para plantearle preguntas religiosas o para pedirle consejo. Esta labor muestra claramente su elevado nivel de conocimientos religiosos, morales, etc.
Su matrimonio e hijos: Como mencionamos con anterioridad, Fátima tenía muchos pretendientes que la querían, la respetaban mucho y estaban dispuestos a ofrecerle una enorme dote. Sin embargo, su padre, el Profeta del Islam, esperaba una revelación divina para que le guiara en la elección del futuro marido de su hija. Se dice que el matrimonio de Fátima con el Imam Ali fue dictado por Dios y el ángel Gabriel confirmó este dictamen divino. A diferencia de las costumbres de aquella época, Fátima se casó con el Imam Ali, siguiendo una orden divina y aceptando una modesta dote. Nuestro Profeta Muhammad mencionó, en varias ocasiones, que para su querida hija el hombre más adecuado era el Imam Ali. Según su marido, ella era la mejor esposa y madre que podía existir, tanto, que cuando el Imam Ali la contemplaba se le olvidaban todos los problemas y sufrimientos. Él reconoció que su esposa le respetaba y obedecía mucho, pues nunca le exigió nada ni le decepcionó ni le hizo enfurecer, por lo que siempre fue su mejor consuelo. El fruto de este matrimonio fueron cinco hijos, uno de ellos, llamado Mohsen, nunca llegó a nacer. Sus hijos se llamaban: Hassan, Hussein, Zeinab, Umm-Kolsum. Sus dos hijos forman parte de los doce imames del Islam. Cabe recordar que estos imames son reconocidos y respetados por los chiíes. Estos doce imames son descendientes de Fátima, es decir, el primero es su marido, el segundo y tercero son sus dos hijos, y el resto son los descendientes de Hussein, el segundo hijo de Fátima y Ali. La hija mayor de Fátima se llamaba Zeinab. Zeinab se distinguió por ser una buena mujer, devota, creyente y practicante. También fue una gran luchadora, que organizaba protestas contra la opresión de los gobernadores y dirigentes de los Beni-Omeya, provocando, junto a su hermana Fátima, movimientos significativos contra estos opresores. Durante todo este tiempo de tensión, Zeinab no dejó de lado sus deberes religiosos, pues éstos se encontraban muy arraigados en su corazón. | ||
Estadística Número de visitas: 8,840 |
||